• Txangurro

    INGREDIENTES
    Para 4 raciones

    1 txangurro grande
    2 puerros
    2 zanahorias






    1 cebolla
    Sal
    1 diente de ajo
    Agua
    2 tomates
    2 pimientos
    Harina
    1 copita de coñac
    Caldo de carne
    Vino blanco
    Sal
    Pimienta
    Perejil
    Pan rallado
    Aceite

    PREPARACIÓN
    Poner una cazuela con agua, el puerro, 1 pimiento, 1 zanahoria y un trozo
    de cebolla y sal; hacer hervir en ella el txangurro unos 25 minutos
    contando desde que empiece el agua a hervir. Cuando esté cocido, separar la
    carne de su caparazón y patas, y resevar caparazón y carne. Picar sobre la
    tabla media cebolla, el otro pimiento y la zanahoria. En una sartén dorar
    el diente de ajo y quitarlo, echando las verduras picadas rehogadas bien;
    añadir los tomates sin piel y picados, y que se frían; después agregar una
    copita de coñac  y otra de vino blanco así como unas 4 cucharadas de caldo
    de carne. Todo eso debe quedar espeso; si es preciso, se hecha un poco de
    harina. Poner sal y pimienta y dejar que hierva unos 10 minutos más. Picar
    la carne del txangurro y añadirla a ésta salsa. Cepillar el caparazón y
    rellenarlo con este preparado . Poner encima el perejil picado y pan
    rallado, y meterlo a horno fuerte unos 10 minutos antes de servir.


    Un poeta canario -Domingo Enrique- compuso a petición del
    maestro Angel Muro una divertida sarta de octosílabos que, debidamente
    abreviada en aras de la naturaleza de este medio, dice así :



       

        Oiga cómo se adereza
        en Canarias un puchero
        para cuatro o seis personas
        de algún arraigo y empleo.
        - Después que haya recorrido
        un espacio corto Febo,
        se prende la negra hornilla
        con carbones de haya o brezo.
        se echan sesi litros de agua
        en el pucheril caldero
        de la vecina tinaja
        con los menesteres éstos :
        Primero, carne de vaca
        dos kilos, de pierna o pecho ;
        un argollón de morcilla,
        tres chorizos, y de puerco
        cinco onzas ; de garbanzos
        de Castilla - o "conejeros"-
        igual suma ; y una dosis
        de tres de sal (del impuesto).
        Y cocidas que hayan sido
        las partes de lo que expreso,
        "se apartan" (así se dice
        en el canario archipiélago)
        Y por la candente boca
        del atezado caldero,
        que fervoroso espumaje
        airado despide a intervalos,
        impulsando su cubierta
        el vapor que bulle dentro
        cual si Luzbel estuviese
        metido en aquel infierno,
        échase la calabaza
        (sobre un kilo, más o menos),
        chayote, col, habichuelas,
        panocha, bubangos tiernos,
        ñames y peras, y cuando
        haya sazonado el fuego
       



        tanto "totum revolutum"
        como lo que dicho llevo,
        apártanse las verduras
        para reemplazarlas luego
        por papas y por batatas,
        cuya cantidad o peso
        generalmente consiste
        -según informes muy ciertos-
        de aquéllas en cinco libras,
        las batatas en dos menos.
        Témplase entonces : ¿y cómo?
        Es sencillísimo hacerlo :
        azafrán, ajos y clavos,
        en el almirez casero
        se trituran, se machacan
        con la manilla de fierro ;
        y semejante a una esquila
        que repica algún chicuelo
        en son de chanza, produce
        el propio repiqueteo.
        Del caldo una cucharada
        se vierte en él, diluyendo
        las especias, que se arrojan
        "incontinenti" al caldero.
        Y allá cuando el sol declina
        y a alumbrar va a otro hemisferio,
        las carnes y las verduras
        tornan otra vez al fuego.
        Unidos los componentes
        todos por escaso tiempo,
        en el caldero hacinados
        reciben calor de lleno.
        Y es de verle tan orondo,
        pletórico hasta el exceso,
        oloroso y humeante
        como diciendo : ¡Está hecho!
        De seguida se coloca
        el manjar populachero
       



        en anchurosa bandeja,
        blanca como flor de almendro.
        lo demás huelga decirlo :
        se hizo para comerlo
        Y se come... ¡ya se sabe!
        con la boca y los cubiertos.
        Con el suculento tumbo
        que resulta del puchero
        se agasajan los criados
        en derredor del barreño
        a la hora de la queda
        en que tocan a silencio
        y sus ojos parpadean
        al influjo de Morfeo.
        ¿Quiere uested saber el coste
        a que asciende este puchero?
        De catorce a quince reales,
        ahí ... rozándole al peso.

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